jueves, 2 de julio de 2009

LSD

LSD

LSD es un potente fármaco que actúa centralmente. El D-isómero es farmacológicamente activo (LSD), mientras que el L-isómero es aparentemente inactivo.1

En la desintegración química de la ergometrina se obtienen como productos de desdoblamiento; el acido lisérgico (componente fundamental común a todos los alcaloides del cornezuelo del centeno) y el amino alcohol propanolamina. Hoffman, ademas, unió estos dos compuestos, aislados de diferentes fuentes, creando un derivado hemisintético de la ergometrina.






















Fig. 8: Isómeros del LSD

Después de diversos estudios químicos realizados en el núcleo de la propanolamina, este científico comenzó a experimentar con el núcleo del acido lisérgico con el fin de encontrar nuevos compuestos, los que por su estructura química podrían derivar en otras acciones farmacológicas distintas a las ya mencionadas para la ergometrina.


Así, la sustancia número 25 en la lista de derivados del acido lisérgico que sintetizó en 1938, a la que llamó LSD-25, era la dietilamina del acido lisérgico, que creó con el fin de obtener un estimulante para la circulación y la respiración. Efectos que se podían esperar de las cualidades del LSD porque su estructura química presentaba similitudes con la dietilamida del ácido nicotínico (nicetamida), un analéptico ya conocido en aquel entonces. Al probar el LSD–25 farmacológicamente se comprobó un fuerte efecto sobre el útero, con aproximadamente un 70% de la actividad de la ergometrina, pero la sustancia no despertó un interés posterior, por eso se dejaron de lado otros ensayos.






















Fig. 9: LSD


En 1943 Albert Hoffman volvió a sintetizar el LSD-25, pero en la fase final de la síntesis, al purificar y cristalizar la diamida del ácido lisérgico en forma de tartrato; el químico relata: “me perturbaron en mi trabajo unas sensaciones muy extrañas; El viernes pasado, 16 de abril de 1943, tuve que interrumpir a media tarde mi trabajo en el laboratorio y marcharme a casa, pues me asaltó una extraña intranquilidad acompañada de una ligera sensación de mareo. En casa me acosté y caí en un estado de embriaguez no desagradable, que se caracterizó por una fantasía sumamente animada. En un estado de semipenumbra y con los ojos cerrados (la luz del día me resultaba desagradablemente chillona) me penetraban sin cesar unas imágenes fantásticas de una plasticidad extraordinaria y con un juego de colores intenso, caleidoscópico. Unas dos horas después este estado desapareció”. Con esto se le atribuyó una acción tóxica externa al compuesto. 6


Días después y mediante un autoensayo hecho por este químico, se demostró que el LSD–25 era una sustancia psicoactiva con propiedades extraordinarias y que con muy bajas dosis provoca efectos psíquicos profundos, generando cambios en la experiencia del mundo externo e interno y en la conciencia humana, sin alterar esta última. Sin duda destaca el hecho de que una sustancia capaz de causar tal grado de embriaguez, no cause resaca, al contrario. Con esto se pensó que la nueva sustancia activa, tenía que ser útil en farmacología, en neurología y sobre todo en psiquiatría.

Recién en 1949 se logro identificar la estructura básica del acido lisérgico, en 1951 se indicó la estructura fundamental de los alcaloides del cornezuelo y con ello la estructura química del LSD, no fue sino hasta 1961 donde se corrigieron estas formulas moleculares por la síntesis total de la ergotamina. Hoy se sabe con certeza a través de estudios neurofarmacológicos (J. H. Gaddum, Inglaterra) que el LSD ejerce, un efecto inhibitorio selectivo sobre el nucleo del rafe dorsal y medio en el cerebro a través del bloqueo espontáneo de la secreción de serotonina que contienen las neuronas de dichos nucleos. Este mecanismo agonista parcial, es sobre los receptores 5-HT2, pre y post sinapticos, lo que induce efectos propios de los sistemas serotoninergicos centrales, asi como inhibir la activacion de neuronas serotoninergicas de los núcleos del rafe.5

La serotonina es una sustancia activa natural que está concentrada en el cerebro medio y tiene un papel fundamental en la transmisión de estímulos en ciertos nervios y con ello en la bioquímica de las funciones psíquicas.

De esta manera, el LSD actúa como un antagonista serotoninérgico indirecto. Aunque también se piensa que otro mecanismo postsinápticos tal como la acción del glutamato sobre los receptores de serotonina puede estar involucrado, lo que ayudaría a entender mejor su acción psicomimetica, esto, por el hecho de que el lisuride, un compuesto más potente en cuanto a la inhibición del rafe se refiere, no causa efectos alucinógenos en seres humanos.


Además, hay evidencia de que el LSD ejerce indirectamente efectos sobre el citoesqueleto, reduciendo la cantidad de serotonina secretada por el sistema del rafe. 4,5,6

El LSD también influye en funciones neurofisiológicas conectadas con la dopamina, una sustancia natural de tipo hormonal. La mayoría de los centros cerebrales que responden a la dopamina se activan con el LSD; otros se ven amortiguados.



















Fig. 10: Efectos secundarios del LSD


El LSD produce efectos simpaticomiméticos, parasimpaticomimeticos y neuromusculares, que incluyen midriasis, lagrimeo, taquicardia y temor.

Ninguno de los muchos derivados del ácido lisérgico emparentados con el LSD y preparados a partir de 1945 por Hoffman en colaboración con Troxler, era más activo como alucinógeno. Los resultados de la derivación química del LSD fueron valiosos para la investigación farmacológica al hallarse algunos que eran apenas o nada alucinógenos, y que en cambio presentaban intensificados otros efectos.


Uno de ellos es el efecto bloqueador de la neurohormona serotonina. Como la serotonina cumple un papel en los procesos alérgico–inflamatorios y también en el origen de la migraña, una sustancia específicamente bloqueadora de la serotonina era muy importante para la investigación médica. La primera sustancia activa hallada fue el bromo–LSD, que se ha difundido en la investigación médico–biológica con el nombre de BOL–148. Luego, se crearon compuestos mas fuertes y específicos, el más eficaz ingresó en el mercado de medicamentos con el nombre de marca de “Deseril” o “Sansert” para el tratamiento a intervalos de la migraña.

Los estudios farmacocinéticos en el hombre se limitan en gran parte de los datos que datan de la década del 60:

- El LSD puede ser administrado por vía oral, nasal, parenteral o por ingestión, sin embargo, la vía oral es la más común.

- La absorción es rápida y completa, independientemente de la vía de administración.

- La unión a proteínas plasmáticas del LSD es mayor al 80%.

- Como la droga penetra en el SNC, se concentra en las áreas visuales del cerebro, y el sistema límbico y la activación de los sistemas reticulares, lo que se correlaciona con los efectos percibidos.

- El LSD se encuentra también en el hígado, el bazo y en los pulmones. La concentración de LSD en los diversos órganos alcanza sus máximos unos diez a quince minutos después de la inyección; luego decae rápidamente. Una excepción la constituye el intestino delgado, en el que la concentración alcanza su máximo a las dos horas.

- El volumen de distribución que se informa es bajo; 0,28 L/ kg.

- Wagner y otros describieron un modelo de LSD con una vida media de eliminación de tres horas, la que se produce en su mayor parte, en un 80%, por el hígado y la bilis a través del intestino.


Esto se comprobó mediante un LSD marcado radiactivamente en experimentos que Hoffman realizó con ratones, en donde, el compuesto administrado por vía endovenosa desaparece muy pronto del torrente sanguíneo, para distribuirse en todo el organismo: Tras la administración intravenosa de 2μg/kg de LSD se observó después de una hora una concentración plasmática máxima de 5 ng/mL. Después de ocho horas la concentración plasmática había disminuido a 1 ng/mL. “Sorprendentemente la concentración más baja se encuentra en el cerebro. Aquí se concentra en determinados centros del cerebro medio, que tiene un papel en la regulación de la vida afectiva”. Estos hallazgos dan indicios sobre la localización de determinadas funciones psíquicas en el cerebro.

Dado que los efectos psíquicos del LSD siguen cuando ya no se puede verificar su presencia en el organismo, debe suponerse que ya no actúa como tal, sino que pone en movimiento determinados mecanismos bioquímicos, neurofisiológicos y psíquicos que llevan al estado de embriaguez, y que luego continúan sin sustancia activa.

La primera investigación sistemática del LSD en el ser humano fue realizada por el Dr. med. Werner A. Stoll, en la clínica psiquiátrica de la universidad de Zurich y publicada en 1947 en el Schweizer Archiv für Neurologie und Psychiatrie (Archivo Suizo de Neurología y Psiquiatría) bajo el título de “La dietilamida del ácido lisérgico, un phantasticum del grupo del cornezuelo de centeno”. La prueba se realizó tanto en personas sanas como con esquizofrénicos. La dosis empleada fue de 0,02–0,13 mg de tartrato de LSD, donde los sentimientos durante la embriaguez fueron predominantemente eufóricos, mientras que al usar una dosis de 0,25 mg de la sal, lo que se considera una sobredosis, los sentimientos se caracterizaron por graves síntomas secundarios y temor al desenlace incierto.

En esta publicación fundamental ya se describían científicamente todos los síntomas de la embriaguez lisérgica y se caracterizaba la nueva sustancia activa como un phantasticum. La acción terapéutica del LSD quedaba en suspenso, se destacaba, en cambio, su elevadísima eficacia, por lo que esta primera publicación ya tomaba en consideración, asimismo, la posibilidad de aplicarlo como instrumento de investigación psiquiátrica.


El cuadro de acción del LSD, tal como se ofrecía después de estas primeras investigaciones, concordaba en gran medida con el de la mescalina, un alcaloide psicoactivo contenido en el cactus mexicano Lophophora williamsii (Anhalonium lewinii), el que fue aislado por A. Heffter a partir del cactus en 1896, y en 1919 E. Späth elucidó su estructura química y la sintetizó. Era el primer alucinógeno o phantasticum en forma de sustancia pura, con el que podían estudiarse modificaciones químicamente provocadas de las percepciones sensoriales, alucinaciones y cambios en la conciencia. En los años veinte se realizaron vastos experimentos con animales y ensayos con seres humanos, sobre los que K. Beringer dio una visión de conjunto en su escrito Der Meskalinrausch (La embriaguez de mescalina), en 1927, dado que estas investigaciones no mostraban una aplicabilidad terapéutica de la mescalina, esta sustancia activa dejó de suscitar interés. Con el descubrimiento del LSD la investigación de los alucinógenos cobró nuevo impulso. Lo novedoso del LSD frente a la mescalina era la elevada eficacia, que se movía en el orden de las trazas. A la dosis activa de 0,2–0,5 g de mescalina se contrapone la de 0,00002–0,0001 g de LSD, es decir que el LSD es 5.000–10.000 veces más activo que la mescalina. Esta actividad tan elevada del LSD entre los psicofármacos no sólo tiene una importancia cuantitativa, sino que es también una característica cualitativa de esta sustancia, porque en ella se expresa una acción muy específica, es decir, dirigida, sobre la psiqué humana, así, el LSD ataca centros capitales de regulación de las funciones psíquicas y espirituales. Los efectos psíquicos del LSD, generados por cantidades tan ínfimas de sustancia, son demasiado significativos y multiformes para que puedan explicarse a través de cambios tóxicos de las funciones cerebrales ya que si sólo se tratara de un efecto tóxico en el cerebro, las experiencias con LSD no tendrían una importancia psicológica y psiquiátrica, sino sólo psicopatológica, éstas más bien deben de cumplir un papel en las modificaciones de la conductibilidad de los nervios y la influencia en la actividad de las sinapsis, lo que ha sido demostrado experimentalmente. De este modo podría lograrse también una influencia sobre el sistema sumamente complejo de conexiones transversales y sinapsis entre los miles de millones de células cerebrales en el que se fundan las actividades psíquicas y espirituales superiores. 6


La aplicación del LSD para el relajamiento anímico en la psicoterapia analítica se basa sobre todo en los efectos consignados como la embriaguez lisérgica, donde, la imagen cotidiana del mundo experimenta una profunda transformación y sacudida. Con esto se puede conectar una relajación o incluso supresión de la barrera yo/tú. Ambas sirven para que los pacientes que estén empantanados en una problemática egocéntrica puedan desprenderse de su fijación y su aislamiento, establecer así un mejor contacto con el médico y ser más abiertos a la influencia psicoterapéutica. En el mismo sentido se traduce una mayor influenciabilidad bajo los efectos del LSD.

Otra característica importante, psicoterapéuticamente valiosa de la embriaguez del LSD, consiste en que los contenidos de experiencias olvidadas o reprimidas a menudo vuelven a la conciencia. Si se trata de los acontecimientos traumáticos buscados en el psicoanálisis bajo la influencia del LSD, se revivieron recuerdos incluso de la primera infancia. No se trata de un recordar común, sino de un verdadero revivir, no de reminiscencia, sino de reviviscencia.

El LSD no actúa como un verdadero medicamento, sino que cumple el papel de un recurso medicamentoso en el marco de un tratamiento psicoanalítico y psicoterapéutico, capaz de dar una mayor eficacia y una menor duración a dicho tratamiento. Con esta función se lo aplica de dos formas distintas: Uno de los procedimientos, conocido como terapia psicolítica, se caracteriza por la administración de dosis medias de LSD durante varios días de tratamiento separados por intervalos. Las experiencias de LSD se elaboran en la posterior conversación de grupo y en una terapia de expresión a través del dibujo y la pintura. El término “terapia psicolítica” fue acuñado por Ronald A. Sandison, terapeuta inglés pionero en la investigación clínica del LSD. La raíz lysis indica la disolución de tensiones o conflictos en la psiqué humana. En el segundo procedimiento, después de la correspondiente preparación espiritual intensa del paciente se le administra una dosis única, muy fuerte (0,3–0,6 mg) de LSD. En este método, designado “terapia psicodélica”, se trata de desencadenar mediante una reacción de shock de LSD una experiencia místico–religiosa. Ésta ha de servir en el tratamiento psicoterapéutico subsiguiente como punto de partida para una reestructuración y cura de la personalidad del paciente.


La denominación de psychedelic, que puede traducirse como; descubridor o revelador del alma, fue introducida por Humphry Osmond, un pionero de la investigación del LSD en los Estados Unidos.

Tanto la terapia psicolítica como, y especialmente, la psicodélica, exigen una preparación a fondo del paciente para la experiencia de LSD; no debe atemorizarse con lo desacostumbrado. También es importante la selección de los pacientes, puesto que no todas las clases de perturbaciones psíquicas responden igual de bien a estos tratamientos. Por lo tanto, una aplicación exitosa del psicoanálisis y la psicoterapia apoyados por el LSD presupone unos conocimientos y unas experiencias especiales.

El aprovechamiento del LSD como recurso medicamentoso en psicoanálisis y psicoterapia se basa en efectos opuestos a los que provocan los psicofármacos del tipo de los tranquilizantes. Mientras que éstos más bien tapan los problemas y conflictos del paciente, de modo que parezcan menos graves e importantes, el LSD, por el contrario, los pone al descubierto; el paciente los vive con mayor intensidad, con lo cual los conoce con mayor nitidez y se tornan más accesibles al tratamiento psicoterapéutico. La utilidad práctica y el éxito del apoyo medicamentoso del psicoanálisis y la psicoterapia mediante el LSD aún son materia de discusión entre los círculos profesionales. Pero lo mismo vale para otros procedimientos empleados en psiquiatría, como el electroshock, la insulinoterapia o la psicoquirurgica, cuya aplicación encierra, además, un riesgo mucho mayor que la del LSD. El empleo de LSD en condiciones apropiadas puede considerarse prácticamente inocuo. 6

La indicación del laboratorio Sandoz sobre Delysid para el LSD se refiere a su aplicación en exámenes experimentales sobre la naturaleza de la psicosis. Se basa en el hecho de que los estados psíquicos excepcionales creados experimentalmente con LSD en personas sanas se parecen a algunas manifestaciones en ciertas enfermedades mentales. Con todo esto, el modelo de LSD permite estudiar desviaciones del estado psíquico y mental normal y las modificaciones bioquímicas y electrofisiológicas que suponen, formándose una idea más acabada de la naturaleza de la psicosis.


Una aplicación medicinal de LSD, que toca los fundamentos de la ética médica, es su administración a moribundos. Se basa en observaciones realizadas en clínicas americanas: muestran que los dolores muy fuertes de enfermos de cáncer que ya no respondían a analgésicos convencionales, eran atenuados o eliminados totalmente por el LSD. Es posible que no se trate de una acción analgésica en el verdadero sentido. La desaparición del dolor debe producirse más bien porque el paciente sometido a la influencia a tal punto que el dolor físico ya no penetra en su conciencia. También en esta aplicación del LSD son decisivos para el éxito del tratamiento la preparación y el esclarecimiento del paciente respecto del tipo de experiencias y de transformaciones que le aguardan. Hay numerosos informes sobre pacientes quienes liberados del dolor en su lecho de muerte, fueron partícipes de una comprensión profunda de la vida y de la muerte, en el éxtasis provocado por el LSD. Luego, reconciliados con su destino, aguardaron su última hora terrenal sin temor y en paz. Las experiencias habidas en el terreno de la administración de LSD a enfermos de muerte se recopilaron en el libro The Human encounter with Death, de St. Grof y J. Halifax junto a E. Kart, S. Cohen y W. A. Pahnke, estos autores son algunos de los pioneros de esta aplicación del LSD.

Después de más de diez años de investigación científica y aplicación médica no turbada, el LSD fue arrastrado a la poderosa ola de toxicomanía que comenzó a extenderse hacia fines de la década de los 50 en el mundo occidental y sobre todo en los EE. UU. El LSD hizo una carrera increíblemente rápida en su nuevo papel de estupefaciente. Era obvio que una sustancia con efectos tan fantásticos sobre la percepción sensorial y sobre la experiencia del mundo exterior e interior, despertaría también el interés de círculos ajenos a la ciencia medicinal.

Los primeros autoensayos no médicos fueron realizados por escritores, pintores, músicos y personas interesadas en las ciencias del espíritu. Se informó sobre sesiones de LSD que habían inducido experiencias estéticas fuera de lo común y nuevas comprensiones de la naturaleza de procesos creativos.


En sus obras, los artistas se veían influenciados de forma no convencional. Se desarrolló un género artístico especial, que se ha hecho famoso con el nombre de arte psicodélico, este nombre comprende creaciones surgidas bajo la influencia de LSD y otras drogas psicodélicas, en las que la droga actuaba como estimulante y fuente de inspiración. Las obras de arte psicodélicas no se crearon durante la acción de la droga, sino sólo después, influenciadas por lo experimentado.

El paso del LSD de la medicina y psiquiatría a la escena de las drogas fue iniciado e impulsado por publicaciones sobre sensacionales, experimentos que seguramente se realizaron en clínicas psiquiátricas y en universidades, pero sobre los que luego no se informó en revistas especializadas, sino, con grandes titulares, en diarios y revistas de difusión general. Sin embargo, lo que más contribuyó a la transformación del LSD de medicamento en estupefaciente fueron las actividades del Dr. Timothy Leary y del Dr. Richard Alpert. Desde luego, también se publicaron libros objetivos, esclarecedores, sobre el LSD y su problemática, como el escrito del psiquiatra Dr. Sidney Cohen, The Beyond Within (El más allá interior), en 1967, en el que se remarcan los peligros de un empleo irreflexivo, mas no pudieron contener la epidemia de LSD. 6

El rápido incremento del consumo no medicinal del LSD a comienzos de los años sesenta debe atribuirse en parte al hecho de que las leyes sobre estupefacientes entonces vigentes no incluían el LSD en la mayoría de los Estados. Por este motivo, muchos drogadictos cambiaban otros estupefacientes por el LSD, una sustancia que todavía no era ilegal.En los años 1964 - 1966 la publicidad en torno al LSD alcanzó su punto culminante, en lo que se refiere tanto a descripciones entusiastas de fanáticos de las drogas y de hippies sobre la acción mágica del LSD, como a informes sobre desgracias, colapsos psíquicos, acciones criminales, homicidios y suicidios bajo los efectos de LSD. Reinaba una verdadera histeria de LSD.

Actualmente el LSD es clasificado en la Lista I de la Ley de Sustancias Controladas federal sin uso médico aceptado en los EE.UU. Está disponible ilícitamente en forma de polvo, tabletas, cápsulas, impregnados en azúcar, supositorios, papel secante o sellos.


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